¿A QUÉ SABE LA LUNA?
KALANDRAKA
KALANDRAKA
Michael Grejniec
He elegido este cuento en primer lugar porque trata de la unidad en la que estamos este mes inmersos, pero principalmente porque es apropiada para la edad de los peques, ya que cumple el objetivo más importante en el nivel prelector, que es despertar el interés del niño hacia la lectura y el deseo de querer aprender a leer para poder interpretar por sí mismos los dibujos del cuento.Se trata de un álbum ilustrado que despierta la fantasía y la curiosidad del niño, al tratarse de una historia no real, ya que no se puede alcanzar la luna ni descubrir a qué sabe.
El cuento es muy apropiado para estos peques porque aparecen animales humanizados y utiliza la repetición, que es un recurso muy importante para ellos, ya que les permite anticipar lo que va a suceder más adelante.
Con el cuento hemos trabajado los animales, concepto de encima y debajo, actitudes de ayuda y cooperación, disfrute por la lectura, fomento de la creatividad.
Antes de narrarles la historia, para la que utilicé como medio unos animales móviles para ilustrar mejor el contenido de la historia, lancé unas preguntas al aire.
- ¿Habéis podido tocar alguna vez la luna?
- No seño, porque está muy alta.
- ¿Y si nos subimos en un avión? ¿Podremos tocarla?
- No seño sigue estando alta. No seño porque está el techo.
- Y... ¿A qué sabrá la luna?
- A queso, galletas, algodón, azúcar, a sal.
También os dejo el texto por si queréis disfrutar en casa con vuestro hijo narrándoselo con los animales móviles. Si os fijáis en la foto, los animales son sencillos de dibujar.
CUENTO “¿A QUÉ SABE LA LUNA?”
Hacía mucho tiempo que los animales
deseaban averiguar a qué sabía la luna.
¿Sería dulce o salada?
Tan solo querían probar un pedacito.
Por las noches, miraban ansiosos hacia el cielo.
Se estiraban e intentaban cogerla,
alargando el cuello, las piernas y los brazos.
Pero todo fue en vano,
y ni el animal más grande
pudo alcanzarla.
Un buen día, la pequeña tortuga
decidió subir a la montaña más alta
para poder tocar la luna.
Desde allí arriba, la luna estaba más cerca;
Hacía mucho tiempo que los animales
deseaban averiguar a qué sabía la luna.
¿Sería dulce o salada?
Tan solo querían probar un pedacito.
Por las noches, miraban ansiosos hacia el cielo.
Se estiraban e intentaban cogerla,
alargando el cuello, las piernas y los brazos.
Pero todo fue en vano,
y ni el animal más grande
pudo alcanzarla.
Un buen día, la pequeña tortuga
decidió subir a la montaña más alta
para poder tocar la luna.
Desde allí arriba, la luna estaba más cerca;
pero la tortuga no podía tocarla.
Entonces, llamó al elefante.
- Si te subes a mi espalda,
tal vez lleguemos a la luna.
Esta pensó que se trataba de un juego
y, a medida que el elefante se acercaba,
ella se alejaba un poco.
Como el elefante no pudo tocar la luna,
llamó a la jirafa.
- Si te subes a mi espalda,
a lo mejor la alcanzamos.
Pero al ver a la jirafa, la luna se distanció un poco más.
La jirafa estiró y estiró el cuello cuanto pudo
Entonces, llamó al elefante.
- Si te subes a mi espalda,
tal vez lleguemos a la luna.
Esta pensó que se trataba de un juego
y, a medida que el elefante se acercaba,
ella se alejaba un poco.
Como el elefante no pudo tocar la luna,
llamó a la jirafa.
- Si te subes a mi espalda,
a lo mejor la alcanzamos.
Pero al ver a la jirafa, la luna se distanció un poco más.
La jirafa estiró y estiró el cuello cuanto pudo
pero no sirvió de nada.
Y llamó a la cebra.
Y llamó a la cebra.
- Si te subes a mi espalda,
es probable que nos acerquemos más a ella.
La luna empezaba a divertirse con aquel juego,
y se alejó otro poquito.
La cebra se esforzó mucho, mucho,
pero tampoco pudo tocar la luna.
Y llamó al león.
- Si te subes a mi espalda,
quizá podamos alcanzarla.
Pero cuando la luna vio al león,
es probable que nos acerquemos más a ella.
La luna empezaba a divertirse con aquel juego,
y se alejó otro poquito.
La cebra se esforzó mucho, mucho,
pero tampoco pudo tocar la luna.
Y llamó al león.
- Si te subes a mi espalda,
quizá podamos alcanzarla.
Pero cuando la luna vio al león,
- Si te subes a mi espalda,
quizá podamos alcanzarla.
Pero cuando la luna vio al león,
volvió a subir algo más.
Tampoco esta vez lograron tocar la luna,
y llamaron al zorro.
- Verás cómo lo conseguimos
si te subes a mi espalda-dijo el león.
Al avistar al zorro, la luna se alejó de nuevo.
Ahora solo faltaba un poquito de nada para tocar la luna,
pero esta se desvanecía más y más.
quizá podamos alcanzarla.
Pero cuando la luna vio al león,
volvió a subir algo más.
Tampoco esta vez lograron tocar la luna,
y llamaron al zorro.
- Verás cómo lo conseguimos
si te subes a mi espalda-dijo el león.
Al avistar al zorro, la luna se alejó de nuevo.
Ahora solo faltaba un poquito de nada para tocar la luna,
pero esta se desvanecía más y más.
Y el zorro llamó al mono.
- Seguro que esta vez lo logramos.
¡Anda, súbete a mi espalda!
La luna vio al mono y retrocedió.
El mono ya podía oler la luna,
pero de tocarla, ¡ni hablar!
Y llamó al ratón.
- Seguro que esta vez lo logramos.
¡Anda, súbete a mi espalda!
La luna vio al mono y retrocedió.
El mono ya podía oler la luna,
pero de tocarla, ¡ni hablar!
Y llamó al ratón.
- Súbete a mi espalda
y tocaremos la luna.
Esta vio al ratón y pensó:
- Seguro que un animal tan pequeño
no podrá cogerme.
Y como empezaba a aburrirse con aquel juego,
la luna se quedó justo donde estaba.
Entonces, el ratón subió por encima
de la tortuga,
del elefante,
de la jirafa,
de la cebra,
del león,
del zorro
y tocaremos la luna.
Esta vio al ratón y pensó:
- Seguro que un animal tan pequeño
no podrá cogerme.
Y como empezaba a aburrirse con aquel juego,
la luna se quedó justo donde estaba.
Entonces, el ratón subió por encima
de la tortuga,
del elefante,
de la jirafa,
de la cebra,
del león,
del zorro
del mono
y...
y...
...de un mordisco,
arrancó un trozo pequeño de la luna.
Lo saboreó complacido
y después fue dando un pedacito
al mono, al zorro, al león, a la cebra,
a la jirafa, al elefante y a la tortuga.
Y la luna les supo exactamente a aquello
que más le gustaba a cada uno.
Aquella noche, los animales durmieron muy muy juntos.
El pez, que lo había visto todo y
no entendía nada, dijo:
- ¡Vaya, vaya! Tanto esfuerzo para llegar
a esa luna que está en el cielo.
¿Acaso no verán que aquí, en el agua,
arrancó un trozo pequeño de la luna.
Lo saboreó complacido
y después fue dando un pedacito
al mono, al zorro, al león, a la cebra,
a la jirafa, al elefante y a la tortuga.
Y la luna les supo exactamente a aquello
que más le gustaba a cada uno.
Aquella noche, los animales durmieron muy muy juntos.
El pez, que lo había visto todo y
no entendía nada, dijo:
- ¡Vaya, vaya! Tanto esfuerzo para llegar
a esa luna que está en el cielo.
¿Acaso no verán que aquí, en el agua,
hay otra más cerca?
El cuento lo escucharon a primera hora de la mañana, después confeccionamos nuestras caretas con los personajes del cuento y a eso de la 13,30 fueron ellos los que escenificaron el cuento. Y mirad lo atentos que estuvieron y lo que disfrutaron con el mismo. Cuando yo lo iba narrando y grabando, ellos se antecipaban en la historia.
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